A punto de recorrer la distancia,
me siento colgado por la soga
del infortunio y la desesperación,
soy maestro de los sueños,
un mago de la realidad
y un fornido gigante
golpeando mis arrestos,
por un beso en la mejilla
soy capaz de aullar a la luna,
por una caricia en mis manos
puedo volar hasta el infierno,
por tú afirmación
quiero pensar en el infinito.
Dedico mi historia
a luchar con la desidia,
a disfrutar de las dedicatorias,
a entrar en la penuria,
rompo una semana
con el estallido de una hora,
me encierro en la morada
donde guardo el amor,
en este cráneo dolido
que recuerda la noche
y las estrellas,
que recuerda la ensenada
donde almorzó de tu calor.
Cada día no se sabe
donde volverá a salir el sol,
si abra nubes rosas
o se prendará de grises tormentas,
el tiempo es un cataclismo
que no podemos detener,
y no debemos alterar,
llámame, es tu voz
la suave esencia
que enaltece mi corazón,
el silencio es odioso
y me detiene en el puerto
donde mi barco varó.
La lluvia se detiene en los tejados,
tus brazos son el paraguas
que me impiden mojarme
en las noches en que mis recuerdos
llaman a mi odio
y alteran mi entusiasmo, tengo miedo y esperanza,
tengo un momento
donde vuelvo a sentir
ese viento cálido
abrazándose a mi pensar.