Se te va la luz, despacio, irremediable
y no atino mas que a escribirte, tembloroso,
dejar de mirarte, cuando miro tus ojos
casi obnubilo el despertar de quien te hable,
lograr esta noche de alcohol y sumisos
duendes que vuelven a lucir tus emblemas
de dama valiente, que rompiste cadenas
cuando el verde exilio te fundió en hechizos,
solo escribir, y mientras tanto la excelencia
de estos dolores, injustos y vestidos
con negros presagios de mares y olvidos
con el detener las horas, de huellas y ausencias,
y al decirte algo, me supongo en presencia
de alguien mortal aún en mis tejidos
sollozando hace años lugares temidos
en el cuarto mío, de la fina adolescencia.
Partir al destierro mas hondo que en la vida
llevarás en la gloria de mecer mis silencios,
pues eres la última que llevará mis vientos
aún en el ocaso cuando quedes dormida,
y de decirte algo, hoy, donde quiero encontrarte
de pie y caminando a mi lado casi herida
por esta silente enfermedad aturdida
que por serlo tiene la dureza de valorarte,
callar por callar, de que valen las hipocresías
si aunque hayamos reñido, por años callaste
no hablarme fue el sino que en mi abrazaste
y llamarme primero la causa de tu valentía,
se te va la luz, pero la pelea será con antes
aunque este enemigo invisible te carcoma
se te va la luz, cuan una marchita rosa que asoma
desnuda en el campo de un atardecer distante.