Tras las pupilas azules, un cuento azul.
Una mirada vidriosa, en la despedida,
el último abrazo, calor en su cuerpo.
No hay lágrimas delatoras,
no me desea; subo al autobús.
Te amo. Desaparece por la esquina de chocolate amargo.
Yo marcho a una sartén con vinagre, ella a Francia.
Sauces y hienas montados en el bus;
la pobre armónica toca el violín
orquesta fúnebre de pianos y clavicordios.
El conductor se salta todas las paradas:
no suben arcoíris, gaviota ni Pan.
Francesita, francesita.
No volveremos a hablar, ni una foto tuya,
en el mapa se encripta tu pueblo,
las nubes oscurecen y tintan el cielo de negro;
poco a poco, se hunde la Tierra en el mar.
Francesita, francesita,
tanto te anhelo yo,
Jesucristo me lo indica desde una estrella fugaz
¡ahí, ahí! Donde no alcanzo a llegar.
Francesita.
glorias de cascabeles agitan tus cabellos,
ojos encharcados de playa;
un ejército de hombres te salieron a buscar.
Francesita,
don horizonte se ha cansado de esperar,
se fue con el día a otra parte, peinándose
la Muerte se sienta en una piedra
de mármol y caoba.
La última cerveza, por favor.
En la barra veo a Dios taciturno,
acabando su culín; está triste y lloroso
(como yo) porque no perdona porque no sabemos lo que hacemos.
Ah, vamos, el infierno espera, otra vez.
Franc. xx
Nunca habÃa leeido algo que me calara tan hondo el alma,escribes muy bello,además me identifico mucho con tu poema SIGE ASI!!!!!!!!!!!!!!!!!!