He vivido contigo
tu borracha agonía,
y escuché de tus labios,
el nombre del hijo
que nunca en tus brazos
pudiste estrechar.
Tu llanto de viejo,
derrama cada copa,
por el hijo que nunca
has podido besar.
tu casa, un boliche,
tu vida es tristeza,
tu alma la vuelcas,
en cada botella.
Un día al boliche
donde siempre estabas,
llegó un mocito
de unos nueve años.
pero el destino no quiso
que allí te encontraras,
¡¡ Era guapo el muchacho !!
y entró para saber, algo sobre vos,
¿La contestación?,
se la dio un tonto, riendo a carcajadas:
- En alguna zanja - dijo, estará durmiendo -
y dio media vuelta sobre sus talones,
y siguió esperando lo que tu esperabas.
Un día cualquiera,
soñó con el beso
que tus labios viejos
nunca le ofrecieron.
Borracho de amargura,
de dolor profundo,
mas que por el vino,
por tu sangre corre,
la ilusión cansada
de ver a ese mozo
en un lugar del mundo.
Yo no sé cuando,
no sé en qué momento,
tuve la certeza
de que tu agonía
ya nunca podría
tener recompensa...
tu hijo había muerto,
en la mas humilde
de las soledades,
un potro asesino
te lo arrebató,
y Dios en el cielo,
hoy... lo cobijó.
Tu vida es el vino
y la soledad,
de tu hijo el destino,
no conocerás...
Se de tu tristeza,
de tu borrachera,
y se de ese mozo
que dejo la vida
sin siquiera verla...
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Esta es la triste realidad...
De un desencuentro.
Elsa Fariña