Escultor quimérico

Moldear un basto páramo
de perfiles distantes
en el cerro del alma
y la luz costumbrista.
Levantar un ingrávido suspiro
y rezar en el desaliento
de mi monólogo.
Quiero esculpir con sensualismo
un piélago de infortunios presentes,
substraer el delirio
del pasiaje enaltecido;
y en el espacio del tiempo
recubrir el tormento de un
tilburí de admirables querubines.
Ensalzaré los pausados
rasgos del firmamento,
y en las estrellas
de tu liturgia, cultivaré
un célebre vergel
de flores peregrinas.
Mis manos sedientas de paz,
aún suavizan el azote
del denso mal,
y deforman la injusticia
en designios de pasiones.
Sólo me queda extender el horizonte,
y ceñir su claridad celestial
al séquito de mis composiciones.
Un escultor quimérico de amplias humildades.