UNA CARTA DESDE EL CIELO

 Hé recibido tu carta

desde lo Más alto del cielo.

Y aunque me dices que añoras a la tierra,

también me dices que vives mejor

entre estrellas y luceros.

Que allí no existe la envidia

ni tampoco el maldito dinero.

Ni el engaño y la malicia

que hacen al hobre prisionero.

Que como el alma no tiene forma

ni sustancia que le dé peso,

pues que se desplaza libremente

al igual que el pensamiento.

Y así puede en un instante

recorrer todo el firmamento.

En tu carta hijo mío me hablas

de los encuentros que tenemos.

Lástima el que yo no pueda

abrazarte y darte besos.

Y es que siempre llegas a mí

cuando dormido yo me encuentro.

Cuando mi alma queda libre

y se pasea por los sueños.

Esa es la norma me dices

hasta que arranque el vuelo eterno.

El vuelo que me lleve

más allá de los luceros.

 Pero todo ello hijo mío

no veo el momento de hacerlo.

Pues aunque anhelo el paraiso,

la tierra, atado me tiene a su suelo.

Así, que mientras esto no ocurre,

yo te buscaré cada noche

con la jaca de Morfeo.

Para así estar contigo en ese estadio

al que llamamos el medio cielo.

Que necesito hablar contigo

y contarte mis empeños.

Apetitos que tengo dormidos

porque ya me siento Viejo.

Luz perdida