Relato de un amor real

Un día pensando,
Me miré y me dije a mí mismo,
Quién eres?
Me contesté: - esa respuesta no la sé, espero algun déa descubrirla.
Y allé fue el momento en que realmente me di cuenta que no sabéa quien era realmente, ¿por qué estaba aquí o para qué debía existir?.
Justo allí fue cuando necesitaba alguien que explicandomelo, y en ese instante te tuve a ti.
Simplemente con mirarte, con observar como tus ojos deleitaban mi mirada, comprendí muchas cosas.
Esa mirada tan bella fue la capaz de demostrarme lo que yo mismo pretendía ocultar, lo que no me atrevía a ver, a observar.
Esa mirada fue la capaz de contestar mis mayores incógnitas, de decirme mi nombre, de comunicarme que provenía del vientre de mi preciada madre, que poseía dos fantásticos hermanos, un padre maravilloso y que sin dudas tenía lo que siempre anhele, el amor de mi vida, mi fiel compañera.
Incondicionalmente me entregué a ti y comprendí que estaba aquí para ser feliz a tu lado, que debía volar bien alto en busca de la felicidad, que podía llevar esa alegría que me contagiaba tu presencia a cada lado de este mundo que visite.
Tremendamente logré darme cuenta que el amor había golpeado mi puerta, y que tú ya eras parte de mi cielo, no eras solamente un astro, ni una estrella fugaz, te habías vuelto una luz incandescente iluminando mi camino, te habías convertido en un solo instante en lo más importante de mi vida.
Y a partir de ese momento que me perdí en tu mirada me invadió un sentimiento extraño, único, el corazón comenzó a latir incesantemente, y esos latidos se hacían más veloces y potentes con el transcurrir del tiempo.
Mi cuerpo se congeló frente a ti, y mi alma se fugó de mi junto a la tuya.
Mi mente dejó de responder a ciertos estímulos, y luego de unos momentos mi cuerpo empezó a reaccionar a lo que sencillamente le decía mi corazon, se dejó guiar por él.
Mi pesimismo se esfumó por completo, y mi felicidad convirtió un suelo poco fértil en un campo de abundante vegetación, flora y fauna, y donde los colores, los rostros, y el perfume generan un clima de amor, de paz, de tranquilidad, y sobretodo, de alegría, una alegría impensada anteriormente.
Y así transcurrieron los años, ambos tomados de la mano supimos sobrellevar los obstáculos de la vida, y sin soltarnos supimos enfrentar toda adversidad que se nos presentó en frente.
Llegamos a ancianos, nuestros rostros habian cambiado, nuestros cuerpos se transformaron, y nuestras vidas no se asemejaban en nada a aquella adolescencia lejana, pero aun asi permanecía algo sin modificarse, manteniéndose intacto a pesar de los años, aquel amor que sentíamos, aquel amor mutuo que jamas dejamos que se cortara, aunque intentaron lograrlo.
Sesenta largos años juntos no se cumplen de un día para otro, pero para mi pasaron volando.
Hoy ya son sesenta y cinco, y lamento decir que esa mirada que me levanto del vacío no esta más, se fugó, me dijo adiós.
¿La causa? Quizás eso me preguntarás. Yo te responderé que esa mirada que me cambio la vida se gastó poco a poco, se consumió, y su enfermedad apagó lentamente su cuerpo trasladandola a una mejor vida.
Pero aun recuerdo sus palabras, y sus labios recorren mi mente, la cual resurgió al verte desvanecer. Recuerdos, historias, merodearon mi cabeza desde aquel instante hasta el mismísimo día de hoy.
Tus últimas expresiones fueron claras, las comprendí perfectamente, y prometí buscarte siempre, no dejarte ahogar en lágrimas de saber que mi vida termino, que tú fuiste parte de ella, y que allí terminó la historia.
Es por ello que en un rato iré en tu búsqueda, revisaré el más allá hasta encontrar tu alma flotando en las nubes.
Esto es todo mi amor, me muero sin tus manos, sin tus besos y sin la mirada aquella que alegro mi vida.
Sin vos no soy nada, no existo.
Ruego no equivocarme, y lograr que este objeto que muchos lo usan para el mal, utilizarlo bien, por mi felicidad, por tu felicidad, y por la de todos.
Hasta siempre,
………