Décimas a la muerte.

Nunca podre quererte
Mujer exigua de tez fría
Te escribo de mi porfía
Aunque nunca quiera verte
Lograrás dejarme inerte
Anhelo del que agoniza
Vuelves los sueños ceniza
Niña de escuálido manto
Cusas penas y llanto
Con tu huesuda sonrisa.
 
Con lisonjera sonrisa
Coqueteas a mi invierno
Ofreces alivio eterno
Sin horario y sin prisa
Eterno sueño en premisa
Tu aliado es el tiempo
Cada segundo lo siento
No te deseo ni querré
Pero contigo estaré
Eso es seguro, no miento.
 
Muy esbelta y refinada
marchita y acartonada
Ciertamente eres bella
Lánguida y fría doncella
Vestida en seda tiznada
Cuando llegas por sorpresa
Nos llenas de fe y tristeza
Para algunos eres sombría
Para otros alivio y alegría
Calmas dolor con presteza.
 
Tu atávica presencia
No distingue fe o genero
Da lo mismo güero o negro
Da lo mismo tu codicia
Da lo mismo tu astucia
No necesita permiso
Te llevara sin aviso
Sin ajuar fino ni alhajas
De ella nunca te escapas
Aunque te finjas occiso.