Una huerta en mi cuerpo

Yo no pedí crecer
y vos tampoco.
Pero parece que aunque uno no quiera.
Y en ese tiempo de crecer nos fuimos dando a otros.
Yo no veía que venías caminando hacia mí.
Vos no veías que yo iba a tu encuentro. porque creemos que la vida es un pasillo angosto.
Y si yo te dijera que sos mago?
Y que fui entre tus manos una galera de la que podías sacar flores descalzas, grillos, caracolas de mar, un pedazo de cielo , de ése que solamente se estira sobre el campo? Y si yo te dijera que, a veces, cuando el silencio es completo y tu recuerdo cava un hoyo hasta quedarse acariciando mi corazón desnudo, veo al verano cabalgando en el viento, muchacho azul embarullándome el pelo?
Qué libros leíste en estos años? Qué música tarareaste? En qué momentos me necesitaste? Cuántas veces me odiaste?
Aquí estoy, leyendo tus mails por décima vez, besando esas pequeñas letras, buscándote en los renglones, tratando de recuperarte en estas mayúsculas que me transitan sobre la piel como si fueran las yemas de tus dedos.
Muchacho. Hombre.
Te quiero hombre. Fuerte para quererme.
Débil para soportar mi ausencia.
No sé si te basta a vos mi barullo de letras, mi corazón y el asombro, mi tuteo con el milagro de las pequeñas cosas cotidianas.
Nombre de flecha y flor.
Nombre que surca el agua como un barco.
Nombre que hace temblar las estrellas en el aire.
Si te acercaras. extendería mis brazos y dejaría que sembraras una huerta en mi cuerpo.
Sería una red llena de peces amarillos , como pequeños soles madrugadores.
Y vos serías un pescador, mi muchacho de sal.
Si te acercaras, tan lleno de tormentas como antes, yo sería la casa de la paz, tan sólo un amanecer cada cientos de brumas y oscuridades, tan sólo el tiempo exacto para repetir algo radiante.
La noche se amontona sobre mi soledad, y el recuerdo de lo nuestro es como una frutera con frutas de cera que dan hambre. y no sacan el hambre.
Ésta es mi respuesta a tus emails, de una niña-mujer que quiere vivir y te quiere querer, y que quiere que vos quieras querer y quieras vivir. De la única manera que se pueda.
Porque lo otro es esperar la muerte, solamente.