Reina de los encantamientos

¡Oh, reina de los encantamientos!,

nacida de la espuma del mar

como la misma Venus.

Tú que tienes el color del océano en tus ojos

y por cabello el maduro trigo,

cual finas hebras doradas,

en las que refulge el astro rey.

¡Oh, reina de los encantamientos!,

la que en su regazo acoge

a los desherados de la diosa Fortuna,

a los que huyen de ignotas tempestades,

a los náufragos de la felicidad,

a los hijos de la desdicha,

a los amores pródigos que no osan volver,

a los efímeros poetas condenados

al ostracismo lejos del Parnaso,

a los mutilados emocionalmente

y a los parias expulsados del edén.

¡Oh, reina de los encantamientos!,

la que predica la calma, en las noches de tormenta,

aguatando el timón y las velas

durante la tempestad,

la fiel guardiana de arcanos secretos

tan solo por ella conocidos,

la que, con firme temple, teje y desteje en su rueca

el hilo que conduce al Hades.

¡Oh, reina de los encantamientos!

náyade de ríos, torrenteras y fuentes

Talía de las nereidas,

bacante del canto y la música,

Terpsicore del baile y la danza,

Isis ensambladora de cuerpos y almas,

Juno, dueña y señora de su propio cielo;

a ti claman, de ti esperan, rosa de los vientos,

estos cuerpos mortales hechos de barro

y del aliento de los dioses,

que eleves tus plegarias, como un ora pro nobis,

ante esos mismos dioses hacedores

para que nos exoneren de los ominosos auspicios.

"En el país de la reina de los encantamientos" - 2012