YO...TÚ

¡Qué ignorada verdad! Yo llamando desde mí, en silencio, sin pronunciar tu nombre, y tú, espiando mis sueños existes, como te pienso cada noche, dormida en el sueño que sueño; en el afán loco de querer llevarte en mis ansias más lejos, más allá de lo que tiene forma, para ser yo el que aceche tus sueños sin tu sentirlo; pero ahora llegas, lo sé, de infinita distancia; y laten tus pasos, palpitan en esas tenues sombras de ruido, vagas, que en las sombras estrellan el azul del silencio: todas suenan a eco. Andas sólo hacia mí, y tus pasos se sienten siempre de estar viniendo por la ausencia, ese largo rodeo que das para volver.