Vestida la cama con sábanas blancas de seda, esperando qué todo tu cuerpo sé acomode entre ellas, y ver cómo me acaricias mientras desnudos nos estrujamos, y su ruido es parte de la envidia qué siente al ver cómo nos amamos. La cama lo sabe todo ella me ha visto regarla con mi llanto y mojarla con las lágrimas qué lentamente de mi interior están brotando. Cuántas veces esa cama cómo yo, sin ropa se ha quedado, porque también se ha desnudado cuando entre ellas tú y yo nos hemos cobijado. Esa cama sabe todo lo nuestro en sus sábanas están tus huellas, el sonido de tu cuerpo, las marcas de mis manos cuándo apretaba con fuerza mientras me estabas amando. Vestida quedó la cama con sus sábanas blancas de seda, extrañando dos cuerpos qué estuvieron siempre con ella, uno se fue muy lejos, otro en una butaca llora, ya la cama no siente qué la besan, qué la mojan, y por eso es qué la cama también su tristeza llora.