VAMPIRESA DE HOGUERAS

Eres vampiresa de hogueras
Y te llevas hasta la última gota de su fuego.
Y te dejas reposar entre el arrullo de sus rescoldos.
Y te dejas , de cuando en cuando,
despertar por la inquietud de tus suspiros.
La luz suspirada aventa al fuego adormecido en tu regazo.
Pero aún tienes que esperar a que el tiempo crepite
sus segundos, minutos, horas y días,
para abrazar a tu vampiro concebido.
Y esperas
entre el deseo aletargado de un sueño en sfumatto;
entre el anhelo claroscuro de cuadro de Rembrant
que vas tú sola pintando entre sueño y pesadilla;
entre la luz balbuciente que de tu tibieza se estremece,
esa luz que no reluce más por no dañarte.
Y, ¡oh ardiente despertar de tu sangre!, tus negras alas han adquirido una claridad cegadora.
No se juega con fuego, y menos con el fuego de serafines.