AY...SI TÚ SUPIERAS

Ay!. Sí tú supieras las veces que grité tu nombre, desde mí, entonces no preguntarías nada a la sombra de mi voz sobre las noches de día a solas contigo; porque en medio de todo eras capricho sin sentido y angustia de tantos desvaríos. Ay!. Sí tú supieras las veces que mis labios, lejos de todo, buscaron tu boca para dejar en el débil mordisco fruto y sangre de mil fantasías, entonces todo el pasado, con fechas y con nombres, sería nuestro, para quedar luego de intensa agonía rendidos a lo que tanto esperaron tus sueños y mis ansias: pensarnos.