Cuando éramos algo más jóvenes,
-no mucho ha-,
la pasión inundaba nuestro reino.
¿Donde fue esa pasión desorbitada,
donde se precipitó acorralada
que de mi cama ya salió?
Bastaba un roce de mis nalgas
para que tu imperio me llamara
y con tu hado me llevaras
al mundo de la pasión.
Bendita fogosidad
la que nos embargaba,
nos hacia sudar y volar.
Navegar en mares sin agua
y en barcos de libertad.
O volar por mil estrellas
en un universo infinito
cargado de luces tan bellas
que sacudían mi cuerpo bendito.
¿Éramos jóvenes, eso era?;
o acaso la primicia
de una etapa verdadera
arrebata a la ambrosía?.
O quizás, tal vez fuera
que tu cuerpo, tea que ardía,
me deseaba de veras.
No lo sé, solo se que añoro
los besos que me diste,
esas miradas, cofre del tesoro,
de la pasión que presentiste.
Ya no siento tu deseo desorbitado
en busca de mi argumento,
ni que sueñes con mi hado
ni que me enseñes inventos.
Solo noto una niebla que ha llegado
y aunque en penumbra hace intentos
temo que nos haya domado
porque no estuvimos atentos.
En verdad, es cierto lo informado:
-que todo lo arrasa el tiempo…,
hace que hasta el ser amado
no quiera perderse en intentos.