No volviste la mirada, te alejaste en silencio...
yo me quedé allí, sumido en el desconcierto,
mi mente enconada no adivinada a comprenderlo
me apartabas de tu vida... tu amor había muerto.
Con los ojos arrasados, con el corazón maltrecho
pude ver que te alejabas olvidando los anhelos
que compartimos un día y ahora estaban desiertos
y sin importarte nada, tu arrojabas al suelo.
Tantos sueños no cumplidos,
olvidados para siempre,
tantos planes inconclusos,
ahora quedaban pendientes,
se perdieron en la mar frases hechas,
y todos tus juramentos...
promesas de amor eterno
que se esparcieron al viento.
Una parte de mi alma murió en ese momento
la otra quedó seca... asolada en el desierto
donde ahora vago perdido y agonizo cada día
recogiendo solo trizas... lo que quedó de mi vida.
El Toledano Isleño