Era joven y con rasgos de tristeza,
perdida en una caricia, vivía en luna llena,
su piel se estremeció igual que una sirena,
al recordar aquellos ojos refugiados en ella.
Fué sutil, llena de ternura y honesta,
encandilada con aquellos labios de sabor a fresa,
fundidos entre ellos, sin tiempo, sin pereza,
sin desear que llegara la hora de la espera.
Cautivada, con los ojos en silencio en la nada
entre escalofríos de sonrisas y miradas,
entregándose en corazón y con el alma,
sobre un lecho de colores, descifrando su morada.
Y al atajo de un abrazo,entre suspiros sin habla
el tintineo inalcanzable del reloj que no calla,
pues a sabiendas con las manos dicen que se aman
mientras con su vida, sellan sus cuerpos al alba.