Noches tediosas, largas, angustia pegajosa, sosa, alma vertiginosa, vida que no goza. Nunca debí decirte cuánto henchías mi ser, no debí comunicarte con mis manos la emoción de ser yo mismo por medio de tu presencia. Ahora que recuerdo lo que no debí hacer nace también en mi mente que te debo cuanto respiro, que mil veces te he llevado a la esquina para no tener que morir en mi a la redonda. Ahora bien, te seduzco y en consecuencia dormito, dormitas tú, y en consecuencia elevas mis frecuencias, ya no veas la pared, qué a caso por sus poros osas escapar? Quisiera regresar y en tu nacer estar, y así poder calibrar tus ímpetus para realizarlos en mi fortaleza, poder sintonizar la canción que el vaivén de las olas eructa, simular cual violín tus quejidos de sirena, esa extraña mancuerna de pintura y escupitajos al azar, esa rareza que te en vuelve y que hace que me convierta en despojos para poder abrazarte desde la noche, esa noche tediosa, larga, angustiosa, tu alma vertiginosa, y mi vida que aún la goza.