Vestirme con la muerte.

Me aferré a ciertas cosas de tu horizonte
a las últimas palabras de un calendario,
al viento del alma, al sentir de un nombre
a todo lo tuyo sin medir los horarios.
Me aferré al todo y a la nada, y ciertamente
vagué el incierto camino de las sorpresas,
esas malas compañías de noches contundente
sombras aberrantes que añoran y embelesan.
Me aferré a la ideología de la violencia
para combatir la dictadura de un pasado,
quiso el destino disfrazarme de apariencias
y el exilio me dió un mañana enamorado.
Me aferré a las constantes maneras de quererte
a todo lo humano que el humano desespera,
me aferré tan contínuo a vestirme con la muerte
que hoy me trasciende el pecado de una espera.