Búscame donde muere el horizonte,
estoy descansando,
estoy cultivando nuevos sueños,
estoy sonriendo,
estoy calcinando tus recuerdos.
Me quedo quieto,
fracturo el frágil cristal de tus mentiras,
giro y continúo una senda paralela,
iguales en todo,
mismo diccionario,
distintos idiomas,
no es odio,
es rabia lo que vomito sin remordimientos.
Permíteme cerrar el puño
y alzar el dedo anular,
pulir el diamente
y tirarlo a cualquier vertedero,
dejarte caminar sola
y observar tu retroceso,
ser el veneno
y no el antídoto de tus lamentos.
Porque yo ya no soy nadie para ti,
porque tus estúpidas palabras lo dejan claro,
¿para qué apareces fugaz?
Por suerte no es grave,
no puedes dañar mucho más lo ya dañado,
no puedes matar algo muerto,
eres mi mayor contradicción,
una grieta en mis cimientos,
haré caso a tu último consejo,
el más sincero que salió de tu mente. . .
Me dijiste que hiciese algo con mi puta vida,
justo con esas palabras,
pues bien,
he decidido hacer algo:
no hacer absolutamente nada.
Quizás me vaya mejor así bonita. . .