VIAJERO

De allí se extiende la cordillera

de mi fuego,

el encuentro

del silencio interno,

las planicies del olvido gamberro

las ciudades contrarias

que comprenden las rutas sinuosas,

allá donde explotan los miembros del paso

y el mundo íntimo parece hondonada

de cicatrices. pero soy más de soles

que de penumbras,

más de acciones que de cantatas,

cuando crujen las venas inflamadas

soy arco de esperanza

aún con saetas de tundras.

La explosión del latido 

resuena en mis extremidades, 

las venas crujen 

en el velar del espejismo 

cuando la luna 

se hace diminuta 

a mi penumbra. 

Mis labios callan verdades 

que delatan antiguos desenfrenos. 

Transito cuerdas 

de delgados caminos 

sin nombres, 

entre una selva de felinos 

de mandíbulas incruentas. 

En los trámites del recado 

se fracturan las epístolas/ 

En las coyunturas de mi poesía 

plagio lo horrendo de mi vida. 

Desvelo eterno al anochecer 

cuando la piedra se echa a dormir, 

en las chimeneas del tejado, 

maúllan como amos los gatos

y al alba hallan derroteros en devenir.

Tropiezos de mi vida… 

Y yo, yo solo un mudo abejorro 

encarcelado entre barreras 

donde siempre tropiezo 

la misma piedra,

más el mundo siempre expande sus alas,

ahí soy golondrina o gaviota,

resistencia de piedra en un mundo de aguas

encuentro la huella indeleble

donde se edificó un país sin límites

al cual viajo constantemente,

pequeña patria de frescos alerces,

piélago que piso y reconozco su nombre.