Tan menuda, tan fina,
como la luz que enciende a la aurora;
Veloz, silente, sin ser percibida,
así es como aparece en nuestras vidas.
Sonrisa que destella emoción,
calor que emana desde adentro del corazón;
Ojos radiantes y cristalinos
que se vuelven los senderos de nuestro camino.
No es una musa, ni una ninfa,
tampoco la quimera que se desea,
es el ser que llega a ocupar el espacio vacío
sin la necesidad de ser un ser divino.
Es ella la esperanza,
la palabra revolución en toda su esencia,
saberse nuestro complemento su fortaleza,
ya sea madre, hija, hermana o la enamorada;
Es la mujer por quien uno vive y se desvive,
Lo que uno al nacer ya amaba.