Cómo no estar convencido siendo tú algo inexplicable,
Tus palabras con el viento hacían bellas melodías,
La cabellera color nuez detallaba el firmamento,
Y los labios separando lo celestial de lo substancial;
Cuando amanecía, comenzaba rezándote mi rosario,
A tus ojos almendrados miraba en un retrato,
Que adorné con rosas, claveles, y lirios acuáticos,
Al tiempo que suplicaba que si me topara contigo
Tuviere el honor de merecerme de ti una mirada,
¡Si! Arrodillado, frente a tu imagen, tu amor suplicaba;
Y ya, cuando encontraba tu silueta entre la gente,
Temblando me acercaba y pensaba en qué ofrecerte,
En lo que fuere que te hiciese falta, mujer de fantasía,
Qué necesitabas para regalarme más de tu compañía.
¡No importaba! Fuera necesidad o un simple capricho,
ahí estaba yo, esperando tus deseos para cumplírtelos.
¡No importaba! Que dijeras gracias o si no lo has dicho,
Éste corazón se estremecía con saberte complacida.
Mis ojos ciegos, solo a ti y tus rededores miraban,
Mis manos necias, si no era el tacto tuyo, lo rechazaba,
Mi sangre espesa, junto a ti se calentaba y corría
Anunciándole a las voces de mi cabeza tu cercanía;
Bueno o malo, como un fiel siervo tuyo estaba actuando,
Olvidándome hasta de quién me dio la vida y su regazo,
Perdido completamente en el tiempo y en el espacio,
Te tenía sobre un pedestal en el altar frente a mi cama;
Bueno o malo, caía la noche y seguía solo en ti pensando,
No había más el “Padre Nuestro” que rezaba ya acostado,
Mis oraciones fanáticas eran dirigidas a tus dos nombres,
y en ellas incluía que no faltaras a mi amor, mujer santa.
¡Pudiste ser una Diosa! ¡El ser Celestial de éste hombre!
Y lo fuiste, hasta el día que a mi adoración respondiste
Cerrando tus ojos, faltando a mis sueños, diciendo adiós:
¡Pudiste ser una Diosa! Venerada, protegida y adorada,
Pero preferiste ser solo la musa de este poema triste.
*_*