Aprendí a pensarte en silencio, sin hacer ruido, cómo aquella lágrima que cae por la noche sobre la almohada al morir un recuerdo, de esos que marcaron una vida, un momento y nacieron de un te quiero! Aprendí a caminar sin hacer sombra en este tiempo, cómo flotar porque ya existe un camino con hojas de aquellos otoños que nos vieron reir, soñar, compartir... Aprendí a romper los recuerdos, cómo las páginas donde trasforme mi alma en letras y mis sonrisas en poesía, de esos que dejaba mi alma llena de ilusión, dónde la vida era perfecta y no existía está agonía. Aprendí a nadar entre la tempestad de mis pensamientos, entre las tormentas de mis gritos sin sonido, entre las olas que rompen el fallido intento de llegar a la superficie, dónde los rayos de uz solo llegan en momentos y descubren los barcos unidos que no son más que reflejos de lo que una vez pude ser. Aprendí a ya no soñar, a ya no permitirme ese lujo que cobra caro la factura, cómo si los intereses de lo que nunca quise afrontar me alcanzarán y mi deuda conmigo misma no la puedo pagar. Aprendí a sentir... Sentir mis manos cubrir mi rostro intentando tapar los aguaceros del alma, siento las palabras ahogarse en mi garganta, cómo si lucharán salir al mismo tiempo y morir al reflejarse con el alma! Aprendí a estar sin ti, lo aprendí en este segundo, este que me muestra el camino a seguir, es tan pequeño y tan sabio, no se cómo no pude verlo a pesar de que siempre era el que marcaba los cambios de mis pensamientos y latidos tan profundos, ese que estalla como el disparo de salida de una carrera que muestra el inicio de una nueva vida.