El filtreo continuaba cada ocaso
cubierto del manto negro
de lo desconocido; jugaba,
sus palabras mentirosas
bailaban sobre las teclas del ordenador;
experto en el arte del engaño
sus suaves palabras de amor
transportaban a doloridos corazones
al páramo de la supuesta felicidad.
Cogiendo las últimas monedas
faltos a sus necesidades; corría
hacia la ilusión cibernética;
pregonaba al viento su sincero amor:
¡al fin encontré al amor de mi vida!
¿Donde esta la cámara?,
¡Gritaba al dependiente!
desilusionada al no encontrarlo; sufría,
lo deseaba cubrir con sus besos,
abrazarlo para sentir latir su corazón
junto al suyo.
Al otro lado,
las risas llevadas por el eco
golpeaban el pecho de Dios
quien lloraba de dolor ante tal engaño;
¡tenia hijos, casado o casada,
Que importa!
el fin,
destruir la vida de la ilusión,
y, del verdadero amor.
Al tiempo,
cuando la brisa de mis recuerdos
corría raudamente sobre las blancas arenas
de la isla del amor;
la noticia voló junto a mí:
destruida por la decepción
murió bajo las mentiras de tu engaño.