Dos postreras hojas de vid,
se hamacan por los aires,
revolotean dantescamente
en intenso compás de abril.
Cual bailarina van a rozar
con alados pies el tablado,
giran y giran sin cesar.
De pronto sueltan amarras,
el soplo del viento las esparce,
crujiendo, brincando y trepando,
en un cantero van a posarse.
Allí se transformarán en polvo,
a mezclar sus cuerpos en la tierra,
La misma que la alimentó,
ahora es alimento para ella.
Muy feliz me comento,
que el Altísimo existe
en magnitud omnipotente.
para iniciar nueva simiente.
Nos permite la contemplación
que exige el mundo conocer,
con el corazón y la mirada
de Dios, nuestro Creador. ®Mecha Foderé