Nunco supo como llegó allí,
pero allí estaba,
sobreviviendo,
solo,
recogiendo lo que podía,
creando un refugio alejado de todo,
sin belleza,
sin orden,
sin estética.
Poco le importaba cualquier cosa,
era libre,
con un espacio limitado,
pero al menos era libre.
No vivía pendiente de una hipoteca,
de un trabajo,
para él no existía la política,
ni la religión,
ni la economía,
su única preocupación
consistía en seguir vivo un día más.
Vivía bien así,
él era su ley,
el presente era su futuro,
el hoy era su mañana.
Observaba la naturaleza,
el mar tranquilo,
el mar embrabecido,
le gustaba la lluvia,
le gustaba el sol,
no echaba de menos su teléfono,
tampoco la televisión.
Un día encontró un bolígrafo,
al lado unos folios y botellas vacías,
nunca supo como llegaron allí,
decidió escribir,
en cada una de esas botellas
escribió un mensaje,
no pedía ser rescatado,
solo quería que supiesen
que estaba bien.