Rodeado de alas con dulces melodías
no temo en que se sepa el mas discreto,
detalle de amor de aquellos días
donde jugamos hablando de secretos.
En esa alcoba con el aroma de las flores
hoy marchitas y ocultas por la bruma,
fundimos miedos, amor y aun temores
al saber que la luz, siempre se esfuma.
Fuiste mía con pasión y con ternura
en este cuarto de vida, hoy tan vacío
donde nuestros cuerpos con dulzura
derrotaron fantasmas de odio y frío.
Eran eternos los minutos de las horas
que de placer colmaban nuestra vida,
si hasta vibraba la piel con la sonora,
melodía que irradiabas, aún dormida.
De pronto quede solo, en la penumbra,
sin poder creer que me invada la agonía,
contemplando aterido como se derrumba
la alegría, pan de tu vida y de la mía.
Ahora es todo silencio, hedor de muerte
mirada perdida de letal melancolía
la mas cruel y brusca jugada de la suerte,
que en coágulos de sangre, pintó el día.
No es la lujuria ni el placer, a la distancia,
lo que añora mi alma de la felicidad vivida,
sino la pura inocencia de la remota infancia,
la perdida mayor de aquella vida compartida.
Yo se que he vivido solamente amor,
y me duele que no siempre comprendías
que si hoy reina y triunfa en mi el dolor,
ninguna otra imagen, mi alma confundía.
Nadie mas sabrá cuanto te he amado,
idea que vaga en el cuarto de mi ensueño
y que con sobrehumana fuerza ha logrado
derrotar la cruel mortaja de este sueño.