Una voz
Que grita
En la noche me despierta
Es la voz de mi sangre
¡Ábreme la puerta!
Con profunda Tristeza
Con infinito terror
Con inmensa vergüenza
Recuerdo el ayer, que puede ser el mañana
No dentro de mil años
Sino la próxima semana
En un laberinto de insidia
Tejiendo mi mortaja
La misma araña envidia
La tortuosa redada
El calabozo me habla, se ríe, se mofa
¿Dónde está mi carne?
Ya descansa en la fosa
Cuando llegó la muerte, me pareció respetuosa
Ella conocía su oficio, lo realizó majestuosa
Cuando la carne luchó
Fue el dolor más hiriente
Miré a los ojos a mi hermano y le dije detente
Llegó tu liberación,
Con un destello de lucidez
Me miró con cariño
En un segundo el ayer
Otra vez, éramos niños
Tomó mi mano con vago temor
Tomó un hondo suspiro
De inmediato se fue el dolor
Se liberó pude sentirlo
Hoy ha muerto el más pobre, de todos mis seres queridos
Era tan pobre, el pobre que nunca tuvo cariño
No le entregó mi señor, ni alhajas, ni oro fino,
No gozó del amor, ni siquiera del fornicio
El no tuvo posesión
Ningún bien a su nombre, ni siquiera la razón
Una voz
Que canta
En la noche me despierta
Es la voz de mi sangre
¡Gracias, la puerta Ya está abierta ¡