Besas, con Los labios tan sedientos
que intuyen la humedad de Los mìos,
trayendo frescura cual un desierto
sin agua alguna, que necesita sus rìos.
Besas con la calma de aquella diosa
que bebiò de sus propios manantiales,
unos brebajes cual un pètalo de rosa
cae seco, y se diluyen como tales.
Besas y de inmediato te contraes
para desearme en tu boca tu perfume,
mirando mis ojos, besas y sabes,
y ruegas que esta magia no se esfume.
Besas y sientes que no hay agravios
ni dolor en mi respuesta inmediata,
besas amando el contorno de mis labios
con el roce sutil de lo que nada te ata.