Tu presencia armonizaba:
revoloteos de ruiseñores,
aleteos de mariposas,
sonidos de violines.
Tu mirada se unía a la mía,
con chispitas de luces de colores
que embriagaba mis sentidos
y se enmarañaba en hechizos
de admiración y placeres.
La tibieza de tus manos,
recorrían mis hombros,
haciendo vibrar mi cuerpo,
con latidos impetuosos.
Mi corazón desbordado,
por sentimientos intensos.
En mis manos aún percibo
el cosquilleo, acariciando
tus suaves y sedosos rulos.
Es todavía indescriptible,
la intensa emoción que perdura.
Recuerdo tu rostro inolvidable
y esbozo una sonrisa picarona,
al rememorar tu presencia.
Amor que no pude tener.
Perdura en mi mente y corazón,
donde mis duendes con devoción
lo acunan aún en mi derredor. Mecha Foderé