Sentí mi cuerpo relajarse con placer, en la suave cuna de tus brazos; y mi cuerpo frágil , olvidado de los fríos y temores, permitió cerrar mis párpados; te sabía grande; me sabía pequeño a tú lado; mis tímpanos se llenaron de arrullos celestiales provenientes de tú bella e inmaculada voz, su sonoridad hizo dibujar en mis retinas luces arco iris, inimaginables; por ello, a pesar de ese sueño pesado que había vencido la resistencia ofrecida por mi, nuevamente abrí mis ojos; desesperadamente prense con mis manos tu seno y con fruición libe de aquel néctar único y maravilloso. Para ti, sólo un momento, amamantarme. Para mi, jamás podré olvidarlo, mamá.