Sin límite en el tiempo, sobre mis ojeras,
en la inmensida de los sueños, de rodillas,
parte la ironia hacia el sosiego, entre alegrías,
mirando al este, con ojos de flores marchitas.
Admiro la felicidad soleada y envuelta en trizas,
camino hacia el cielo, color melocotón almibar,
escaleras de peldaños, de azúcar y hierva fina,
mil sabores de caricias, mil abrazos de morfina.
Utopía de pensamientos, formando años en vidas,
estrellas sobre el norte, alimentando salidas,
cuenta atrás del nacimiento, a la vejez divina,
devilitándose la cera, de velas casi encendidas.
Mañana, partiré, no sin dejar mi huella esparcida
y hoy, abriré mi soledad con ansiedad embravecida
a brillar entre besos y abrazos, curando heridas,
sabiendo, que ayer, recogí lo que me dió la vida.