Mi perfecto caballero
llegó con su gallardía andante,
con su poder sin proferir alarde
con mirada tan dulce, jamás humillante
con pasos silentes a la miseria acercándose.
Mi perfecto caballero
nunca forzó su entrada,
jamás me hizo sentir como botín de guerra ganada
llegó mirándome sin reproche
en mi batalla interna, desesperada
y con tierna pasión extendió su mano,
haciéndome sentir su amada.
Mi perfecto caballero
llegó sin pedir nada
solo mi corazón,
el lado duro que siempre ocultaba
y yo que solo pensaba:
“Este corazón ya no siente nada.
Mejor lo escondo con el lado secreto de mi alma”
Y allí, en su amor,
Lavó mis heridas,
tan torpemente por mis manos vendadas
tomóme en sus brazos,
llevóme a su morada.