En esta enlutada tarde,se ha sentado
sobre las cansadas piedras de mi Alcazaba
la luna inmobil de un espejo.
En ella celebra el día el ocaso de su tiempo,
y va cerrando sus puertas el crepusculo
cuya luz, enrojece en sus umbrales.
Mi mar, de plata blanda y cobre líquido,
se ha vestido de negras telas temblorosas
y silencios.
El campo ha puesto sus muros negros
que guardan perros que gritan
su mezquina existencia.
Sobre el canto a rezo del Moacin
las estrellas se marchitan
sobre la lengua espesa del otoño.
Una anciana se lamenta
del reseco paño de sus huesos ralos,
por la calle alta que se asoma al viento.
Llega el sonido roto de los besos
del levante sobre la piedra
herida de otros besos.
Llegan veleros cantando años de nostalgia
y llorando mesanas perdidas en naufragios...
Llegan perros travestidos de sombras
lamiendo huecos de historia rancia.
Llegan túneles con dentadura
de picos insaciables
que van dejando duelos a su paso.
Llega Machado, manoseado y roto
en las manos de Eladio,
va a la esquina de los sueños...
Llega Manoli con sus hijas y sus nietos
con el cesto de la compra
y otro que lleva lleno de corazones rotos.
Llega guillermo, con sus cristales limpios,
con su cartera limpia, con su casa pulcra
donde la lavadora se niega a limpiar.
Llega el cura, que siempre mira
desde una montaña de pecados
el apesadumbrado suelo que lo sustenta.
Llegan los amantes, que no entienden de fríos
y saben leer en las penumbra
con las manos del deseo.
Llegan la tía Juana con la buena de Concha,
llevan como siempre la conciencia sucia
a la pila de lavar conciencias de la Concepción.
...Y me dirás ¿Donde estabas tú?
Volando como una cometa al faro azul amarrado,
al azote de los vientos, leyendo versos de espuma
que escriben rotas las olas.
Y le gritaba al farero...
¡Farero enciende tu faro!
que escribe el mar un poema
al envite de las olas...