UNA VIDA FUGAZ

La primera mirada fue de un secreto místico.

Me instalé en el mundo por un instante aciago.

Miro a mis progenitores con un dolor oculto.

En mi cuna cabalgaba la tristeza y un adiós.

En el alma el tiempo volaba aprisa bajo un poder arcano.

Estaba oculta la nostalgia

y

por el brillo ausente de mis ojos

muchas veces los pájaros callaban

y

nadie entendía el extraño silencio.

Cuantas musas me abrazaron en un recodo del tiempo.

Se habían posado como suaves aleteos de palomas el día señalado.

La muerte merodeaba silenciosa en su cruel oficio.

Una muerte sin rostro ni palabras se lleva lo ajeno.

Los tesoros más lindos que amamos

y

callada como el viejo árbol milenario

recibí los embates del tiempo

y

un dolor estoico.

Tal vez lloré porque no tuve tiempo de escuchar gaitas y tambores.

Zarpar es doloroso.

Es dejar las manos tibias de mi padre

y

un corazón de madre hecho jirones

¡Que doloroso es partir en mi nave de ceiba!

Si entendieran que la muerte es un exilio eterno de la vida.

Muchas veces he llegado a tu lecho

Veo en tu rostro un dolor rupestre.

Un dolor que no se borra

y

mi espíritu viajero se llena de pesares

y

una angustia cósmica me abraza.

Muchas veces llego con la lluvia

y

otras con el sonido del trueno.

Son noches frías que calan los huesos desnudos del muerto.

Me escondo en tu regazo para hallar tibieza

y

en las mañanas vuelo como los pájaros de los cuentos mágicos.

Calma la lluvia de tus ojos

y

recuérdame como tu arco iris

aún habito en tu mundo

unas veces soy otoño y otras primavera

soy polen de mil flores

y

viajo en el pico de los pájaros

soy el turpial que canta en tu ventana

y

siento que mis trinos calman tu soledad.

Vengo envuelta en alas de ausencia

y

tu oración reposa mi alma

tus ojos siempre están mirando el cielo.

La ausencia también es una misión

un sino inevitable

y

las almas maduran.

Todo es apego.

Es la extraña condición humana.

¡Que dolor…….!

Por: Manuel Guillermo Ebratt Doncell

Barranquilla, Diciembre 3 de 2015.