Amante alma de fuego ardiente, que encadenada
entregas tu mano afable constante y elocuente,
brillando como estrellas en eco consecuente
de donde nació todo, sumándose es nada.
Las voces de los nuestro van abriendo placeres
son ellos los vestigios, la mira al firmamento
siembran y atormentan, a mi pluma es el tormento,
contaminado tornarán grises mis ayeres.
Regalando caricia, anhelo de hoy infinito
y sueño entre sus alas baten buenas acciones,
el Ser impone el ritmo cargado de emociones,
recoge en su camino, presente a puro grito,
se pondrá alegre trigales en los bellos días.
En amor los sueños desnudarán fantasías.
Autor: Alcibíades Noceda Medina