Yo soy el dios del Dinero

Yo soy el dios del Dinero
y soy todopoderoso.
no hay humano que resista
mi fuerza ¡yo soy grandioso!
Ante mi se abren las puertas
de mansiones y palacios;
dejo las bocas abiertas
y reduzco a las personas
hasta el nivel de batracios.
Yo no tengo sentimientos,
para mi, son mercancía:
yo los compro, yo los vendo,
yo hago llorar a las piedras
y lucro con la alegría.
Compro "principios morales"
y vendo, en los arrabales,
supuesta sabiduría;
comercio con los ideales
y soy quien le fija el precio
al hombre ambicioso y necio
que en mis poderes confía.
A ti, mentecato ingenuo,
que alardeas de "incorruptible":
Te compro tu honestidad,
tu honradez, tu integridad,
a un precio irresistible;
y, si no me los quieres dar,
pues también puedo pagar
para hacerte eliminar
de la forma más horrible.
A ti, mujer pudorosa,
ejemplo de gran virtud:
te compro tu juventud
y tu belleza de diosa;
te compro tu corazón,
tu moral, tus sentimientos,
con joyas y ostentación,
con riqueza y seducción;
los mejores argumentos
para saciar mi pasión
sin ningún impedimento.
Yo compro las voluntades,
los bienes y las naciones,
yo pago por las lealtades
y pago por las traiciones,
según convenga a mi juicio
y mis aviesas intenciones;
no hay NADA que yo no compre
(compro hasta a las religiones).
Yo todo lo contamino,
lo envilezco, lo rebajo;
todo lo vuelvo "negocio"
y a cada humano hago socio:
yo en la cumbre y él abajo.
Yo muevo los capitales
para encumbrar a los necios
y oprimir pueblos enteros;
mis métodos amorales
son los que dictan los precios
y los que siembran el hambre,
reduciendo a miles de hombres
a ser simples limosneros.
Yo acaparo las cosechas,
monopolizo el saber,
controlo la economía
más allá de las fronteras
y de las ideologías;
yo comercio con la gente
y vendo la tecnología
al precio más conveniente
para mi supremacía.
Yo soy el dios de la guerra
y el dios de la religión
que se practica en la Tierra,
Yo comercio con las armas
vendiéndolas a ambas partes;
yo hago negocio en los templos
y vuelvo negocio las artes.
Yo compro la información,
monopolizo a los medios
de la comunicación
y difundo sólo aquello
que a mi interés le conviene,
en pérfida connivencia
con el gobierno y la ciencia,
y siempre gano con ello.
Yo corrompo a las conciencias
con mi elíxir de poder,
propicio sus indecencias
y su afán de poseer;
fomento la perdición,
la delincuencia y los vicios
y lanzo a los precipicios
de sucia pornografía,
miseria y prostitución,
a cada pueblo y nación,
por toda la geografía.
Yo soy esa "gran ramera"
de que hablan las escrituras
del bíblico Apocalipsis:
la perdición verdadera
del hombre y de sus culturas;
todo lo he contaminado
con mi nefasta presencia;
¡Yo soy el dios del Dinero!
¿CUÁNTO VALE TU CONCIENCIA?-