Tu desnudez de diosa me atormenta,
con saña y con furor a cada instante,
de forma recurrente y perturbante,
con ansia enloquecida y somnolienta.
Tu cuerpo me consume y me alimenta,
en ese beso tuyo delirante,
y en tu cintura estrecha y desquiciante,
se rinde mi razón, que no te enfrenta.
Si no te tengo aquí, mi amor te inventa,
más nunca logra al fin la calma herrante,
que solo entre tus brazos se contenta.
No partas de mi ser por un instante,
pues ya que necesito la tormenta,
que encuentro en tu calor mi dulce amante. (2002)