Somos tan parecidos, que llegamos a amarnos. Vos creíste encontraste en mi lo que yo creí encontré en vos, tal como dos pájaros que se unen en sus vuelos. Pero no fue nada más que una ilusión, ya que ninguno de los dos procuró salir de su intención. Fuimos dos pájaros egoístas, que estábamos tan cómodos, que cuando algo no nos gustó, partimos al exilio. Cada uno metido en su vuelo, aún cuando volábamos juntos, sólo nos unían esas mismas necesidades, de cumplir con nuestros sentimientos. Se nos caracterizó por ser tan inocentes, desde el momento que nos conocimos, porque solo competíamos por conseguir más de lo que queríamos.
Pero en algo fallo esta ecuación, te extrañé en mi vuelo, me faltaba tu presencia, que alimentaba mis anhelos. Me pregunto si también me necesitas, porque a simple vista, solo parece que me evitas. Un día de primavera cuando intenté acercarme, solo me respondiste, que no había cambiado nada, mientras tu cuerpo no tocaba más mi manos congeladas.
Pero nunca paré tu vuelo para decirte que te extrañaba, porque sentía que a vos no te importaba nada, y que tampoco podías pelear con tu espada, para que en ese momento sea tu amada.