Cruzan el cielo rayos luminosos,
luego, el estruendo, destrucción y caos
y en la conciencia de los belicosos
un débil eco les repite: AMAOS...
Gritos, alarmas, llantos en la tierra;
humo, terror, espasmos y sollozos.
Se va la paz y en su lugar la guerra
siembra a su paso muertes y destrozos.
Desolación, anticipado infierno;
pánico, lutos y devastaciones.
Cada momento pareciera eterno.
Cada lugar un nido de escorpiones.
Hombres con hombres luchan, sanguinarios,
retando a Dios, sintiéndose a sí mismos
dioses y dueños plenipotenciarios,
y lo serán...; pero de los abismos.
La sinrazón, el odio, la venganza,
son de los hombres hoy los comensales
que en su egoísmo manifiesto a ultranza,
se han olvidado de que son mortales.
Nunca el amor en ellos hizo mella.
Nunca el amor para ellos fue importante.
Nunca la Cruz en ellos dejó huella
y en actitud osada y arrogante,
rechazando de Dios los mandamientos,
en sus almas la luz está en afelio,
pues viviendo sin fe y sin sentimientos,
es un cero a la izquierda el Evangelio.
Son más viles las ráfagas de su odio
que es el dios de su loca fantasía,
erigiendo para él un rudo podio
donde van a rendirle pleitesía.
Aún mantengo, maltrecha, la esperanza
de que reine la paz sobre este caos,
porque pienso que un eco de bonanza
seguirá repitiéndoles: AMAOS...
Heriberto Bravo Bravo SS.CC