Por aquellos buenos tiempos
de lejana juventud,
por todos esos momentos
que viven en los recuerdos,
tan llenos de sentimientos
de alegría y de plenitud,
brindemos hoy, camaradas,
con nuestras copas alzadas
en señal de gratitud.
Que el tiempo no pasa en vano,
y este temblor en mi mano
es testimonio de su paso
por todas nuestras veredas
a lo largo de estos años
de vida y maduración.
El tiempo marchita el cuerpo
y nos arruga el cascarón
con el peso de los días
(unas pocas alegrías
y una que otra decepción).
Pero el tesoro del alma,
la AMISTAD imperturbable,
es incienso inapreciable
que perfuma a la conciencia
con su fraternal esencia
e ilumina al corazón.
Hoy, levantemos las copas
en un brindis por la vida,
la experiencia y la AMISTAD
que el tiempo ha fortalecido,
madurado, enriquecido,
con esta unión entrañable,
nuestra AMISTAD perdurable
y la recíproca lealtad.-
Eduardo Ritter Bonilla.
07-01-2007.