Los versos vienen a mi mente, acuden con simpleza,
otras veces exigentes, los calmo con presteza.
Rondan insistentes y se vuelcan en mi piel.
A veces suenan cadenciosos, melodiosos,
otras, más esquivos, no alcanzan el nivel.
Pero no me abato , para mí es un placer
combinar las palabras, alimentar sueños en papel.
Versos que vienen a mi pensamiento de improviso,
obvio que acostumbran hacerlo sin previo aviso,
se nutren de mis sentimientos, de mis sueños y anhelos,
de mis dudas, mis temores, mis certezas.
Y las palabras resuenan en mí con persistencia,
no deseo silenciarlas ni aplacar su insistencia.
No me considero poeta, tan sólo versos escribo.
Admiro a los que hacen de la palabra un culto,
mas de sentirme a su nivel no hay en mí siquiera atisbo.
Solamente vive en mí dulcemente un ansia remota
que suele convocarme como fuerza ignota,
no sé de dónde proviene, acepto su presencia,
¿acaso sirve negar el resplandor de la aurora?
¿o al rocío que besa a la flor sedienta?
Flor olvidada de amor que abre su puerta
a la alegría o al olvido, todo surge a cuenta
de días promisorios que la avidez atesora.
No me considero poeta, tan sólo versos escribo,
lo tengo bien presente, tan sólo mi alma añora.
Nadia Estelaniz