Los lobos continúan hambrientos,
tierra de luto,
hambre y sed,
el planeta gime,
su ser sagrado motiva los cambios,
escasez,
abandono y grito,
la humanidad parece acorralada,
por sus verdugos de siempre,
los dueños del capital,
de la riqueza,
de la vida,
del agua.
Los lobos continúan hambrientos,
quieren ahora a nuestros hijos,
devorarlos,
quebrarlos,
anular sus mentes,
destrozar sus vidas,
sembrarles drogas,
cambiarles sus conceptos sobre si mismos,
inyectarles modas,
el consumismo más violento,
el concreto y cabilla,
la deshumanización más atroz,
siembra de falsos valores a sus niños y jóvenes,
para que sean nuevas piezas del engranaje,
de un antiguo sistema,
más vivo que nunca,
que colapsa al ser humano,
lo separa,
lo idiotiza,
lo masifica,
le extirpa lo masculino,
le extirpa lo femenino,
crea seres mudos asexuados,
agonizantes en su vida plástica.
Los lobos capitalistas no se conforman con haber devorado sus territorios,
aniquilado sus mentes,
quieren ahora todos los países del mundo,
el capitalismo quiere más capitalismo,
la sangre quiere derramar más sangre en Latinoamérica,
pero el gigante dormido despierta en forma de pueblo,
se dispone a tomar las riendas de su vida,
de su subsistencia como seres vivos del planeta,
la defensa del agua,
de la tierra,
de su cultura autóctona,
de su propia ideología,
de la magia ancestral,
de sus riquezas expoliadas durante siglos,
de su atmósfera,
de su flora,
de su fauna,
mientras los lobos continúan paseándose por el planeta
hambrientos, al acecho siempre de vidas que devorar.