Este hombre que ves aquí:
pequeño, insignificante,
se convierte en un gigante
tan sólo al pensar en ti.
Para él no hay imposibles
si se trata de halagarte
y sólo piensa en adorarte
y estar siempre junto a ti.
Este hombre sin grandes logros,
sin virtudes relevantes,
ya no es el mismo de antes
desde que te conocí.
De algún modo tu has cambiado
por completo mi horizonte,
haciendo que un derrotado
crezca al tamaño de un monte.
Y a pesar de sus flaquezas,
de sus múltiples errores,
su timidez, sus torpezas;
es un pozo de ternezas
de insospechados colores
en un lenguaje de amores
que compensa sus pobrezas
con mágicos esplendores.
Este hombre que no tiene nada
que ofrecerte, en especial,
que no se distingue de otros
ni es superior a ninguno
de los que tu has conocido;
sin embargo, ha renacido
al sólo verte sonreir,
y está dispuesto a morir
por verse correspondido.
Este hombre que ves aquí,
indeciso y temeroso,
tan pálido y sudoroso
cuando se aproxima a ti;
este pobre hombre nervioso,
es el mismo que te sueña,
que te ha elegido por dueña
y que sólo espera, ansioso,
a que le digas que sí:
Que estás dispuesta a seguirlo
hasta el final de su camino,
que le darás tu cariño,
que serás -- sólo -- de mi.-