La manera que tienes tú de querer es dejarme que yo te quiera, no como tú quieres que te quiera, tú…nunca; el sí con que te me rindes en la entrega final, incontrolable y tremenda, es la calma y el espacio de tus labios embravecidos, y reventados, que salieron de tu boca en mi agonía; tus besos, los que me das, son ofrecerme tus bordes para que los bese yo, tú…nunca. Tampoco existirán palabras, ni habrán señales que me contarán algo de ti, o me dirán que existes o que me quisiste, eso jamás; pero me lo dicen los versos, los sueños dormidos y las hojas envejecidas, lo veo en los extremos del ocaso, lo presiento en toda la ausencia y en los pliegues del viento; tú…nunca. Y quedo aferrado a ti sin preguntarte nada todavía, me quedo sujeto y firme en los límites, quedo y mudo, ya sin preguntarte nada por temor a que no sea verdad; que tú vives… que tú me quieres…