Recuerdo brevas blancas
y recuerdo brevas negras
en el follaje denso de la higuera.
Quisiera volver a verlas
como entonces las veía.
Julio Verne y Salgari
merodean tenaces mi recuerdo
de niño feliz y entusiasmado.
Tal vez pueda leerlos
con la misma avidez que los leía.
Baldíos de greda, barriletes y vientos
no se vayan de mi ser,
para mantenerlo candoroso y libre.
Quisiera otra vez alzarlos
con esos hilos nudosos y sin apremios.
Aulas quietas, recreos sonoros
y vida por delante
y por delante, la vida plena.
Recuerdos que escuchaban y escuchan
mi voz de niño,
que, al contarlo hoy se quiebra.
Calles empedradas y mojadas del olvido,
sin ángeles caídos, sin alas rotas,
con repiques de campana y humos de incienso...
Y todo adquiere así significado,
sin que ya me importe si llovió en mi cara.