Se sienten los pasos de algún caminante
en la costa arenosa de mis playas,
jugando con montículos de arena
mi alma felíz ya se encontraba,
quizás sin presentir que se acercaba
la figura deliciosa de su amante...
Y en la frágil caricia de ese instante,
la pasión exaltando mis sentidos,
el despertar de un cuerpo adormecido.
la locura de un deseo delirante...
El deseo, esa fuerza interior pungente,
moviendo mi cuerpo hacia el delirio,
la deliciosa sensasión de ese martirio
que acaricia mi cuerpo vehemente...
La captura exogámica de mis excesos,
el eros se exalta en nuestros cuerpos,
se exita la piel de mis recuerdos
y me entrego a las locuras de su sexo...