Amarlos hijos míos; es aceptar la oportunidad de conocerlos verdaderamente y disfrutar de la aventura de explorar y descubrir lo que guardan más allá¡ de sus máscaras y sus defensas; contemplar con ternura sus más profundos sentimientos, sus temores, sus carencias, sus esperanzas y alegrías, su dolor y sus anhelos; es comprender que detrás de sus careta y sus corazas, se encuentra un corazón sensible y solitario, hambriento de una mano amiga, sediento de una sonrisa sincera en la que puedan sentirse en casa; es reconocer, con respetuosa compasión, que la desarmonía y el caos en los que a veces viven son el producto de su intolerancia y su inconsciencia, y darse cuenta de que si generan desdichas es porque aún no han aprendido a sembrar alegrías, y en ocasiones se sienten tan vacíos y carentes de sentido, que no pueden confiar ni en si mismo; es descubrir y honrar, por encima de cualquier apariencia, su verdadera identidad, y apreciar honestamente su infinita grandeza como una expresión única e irrepetible de la Vida.
Amarlos hijos míos; es brindarles la oportunidad de ser escuchados con profunda atención, interés y respeto; aceptar sus experiencias sin pretender yo modificarlas sino comprenderlas; ofrecerles un espacio en el que puedan descubrirse sin miedo a ser calificado, en el que sientan la confianza de abrirse sin ser forzados a revelar aquello que consideran privado; es reconocer y mostrar que tienen el derecho inalienable de elegir su propio camino, aunque estos no coincidan con el mío; es permitirles descubrir su verdad interior por si mismo, a su manera: apreciarlos sin condiciones, sin juzgarlos ni reprobarlos, sin pedirles que se amolden a mis ideales, sin exigirles que actúen de acuerdo con mis expectativas; es valorarlos por ser quienes son, no por como yo desearía que fueran; es confiar en sus capacidades de aprender de sus errores y de levantarse de sus caídas más fuerte y más maduros, y transmitir su fe y confianza en su poder como persona.
Amarlos hijos míos; es contagiar su vitalidad y su entusiasmo cuando están por darse por vencidos, apoyarlos cuando flaquean, animarlos cuando titubean, tomarlos de las manos con firmeza cuando se sienten débiles, confiar en ustedes cuando algo los agobia y acariciarlos con dulzura cuando algo les entristece, sin dejarlos arrastrarse por tu desdicha; es compartir su presente y su futuro por el simple gusto de estar juntos, sin ataduras ni obligaciones impuestas, La felicidad hijos míos; no se alcanza sino se da. La felicidad hijos míos; es un perfume que uno pasa a los otros, y queda un poco en las manos.
Cuando el cielo este gris hijos míos;acúerdense cuando lo vieron profundamente azul. Los ama Mamá. Vevi0/ genito/verano 2007.