¡Auxilio oh nube! llévame en tu suelo constante y acogedor hasta el rincón de una estrella. Ahí déjame, si déjame y no vuelvas, llévate contigo toda pesadez de mí. Llévate contigo todo mi coraje y haz de él una tormenta, inunda cada uno de los rincones existentes, destrúyelos con el furor de mí. Luego dile a tu amigo el viento que sople, ¡sí! que sople y levante en los aires todo aquello que ha sido levantado sobre la superficie, ¡llévatelo!. Ahora, vuelva en todo la calma, viento limpia y acaricia el suelo, riegue el agua los terrenos para que sean fructíferos, tu oh nube vuelve a pasear vigilante y en paz esos rumbos inmensos, y venga a mí la paz solo lanzándome a ese limpio, fructífero y tranquilo lugar que es mi raciocinio.
6 de junio de 2010
Víctor E. Alonso Álvarez